25 diciembre 2006

Identidad

Un día –prefiero no recordar para qué- necesité un nombre distinto al mío. En mi mesa de trabajo un diario abierto en una nota sobre mujeres argentinas fundamentales, me dio el apodo que necesitaba. Y así fui, también, Juana.
Pero a las pocas semanas, Juana empezó a andar su propio camino. Se animó a hacer cosas que yo no me atrevía y hasta empezó a escribir. Abrió un blog y se apropió de mis ideas, me robó el alma y se quedó con mis perecederos pequeños logros.
No tuve más remedio. Ayer la encerré en un cajón. Debí haberla matado, pero por exceso de amor o por falta de coraje, no pude. Además, sé que alguna noche triste voy a tener ganas de tomar un vino con ella.
Hoy vuelvo a ser Daniela.

18 diciembre 2006

Me gusta...

... el vino. tinto
... los hombres. morenos
... los alfajores. de chocolate
... la noche. en silencio
... las mujeres. suaves
... los cigarros. cubanos
... algunas canciones. en castellano
... los niños. a veces
... dormir. sin pesadillas

27 noviembre 2006

Tiempos verbales, tiempos mortales

El Tata tiene 20 años. Toca la guitarra y da clases. Tiene un autito, un celular y todos los días almuerza en su casa, con sus padres. Trabaja en el taller de la esquina y es un pibe tranquilo.

Todos hablan de él en presente. Pero el Tata ya no toca, ni maneja, ni enseña, ni es.
El domingo se descerrajó un tiro en la cabeza.

15 noviembre 2006

Vientos

El aire olió a tormenta todo el día. Soplaron ráfagas trágicas y de malos augurios. Al caer la tarde, empeoró. El silbido del viento horadó el espíritu y cuando llegó la noche todo era vacío. Y oscuridad.
Otra vez.
Otra vez y sin guarida.

01 noviembre 2006

Mi nuevo amor

Tal vez porque éste ha sido un año largo. O porque no me supe administrar. O porque no era una ración suficiente. La cuestión es que hace unos días, cuando me espantaron con el último e intrascendente desencanto, me di cuenta que se me había agotado la reserva de Negris.
Anduve unos días como desorientada, como vacía, como triste. Pero el sábado todo cambió.
La solución me esperaba en el Blockbuster de mi barrio. Allí, a todas las horas imaginables, cumpliendo el más estricto horario laboral, trabaja Lucas. Nunca cruzamos más de tres o cuatro palabras ("¿Llevás Flores rotas?"; "Sí"; "La peli es hasta el martes"; "Ok"; "¿Querés aprovechar la promoción de Tofi?"; "No, hoy no"; "Que la disfrutes"; "Gracias"), hasta que me dí cuenta que al final de cada frase, Lucas agrega la palabra mágica: "¿Llevás Flores rotas, Negri?"; "La peli es hasta el martes, Negri"; "¿Querés aprovechar la promoción de Tofi, Negri?"; "Que la disfrutes, Negri". Y así.
Apenas me di cuenta (y lo tenía tan cerca..!!) me compré un pase de 30 películas para 30 días. Ahora lo visito a diario, alquilo series y films que casi nunca veo y me vuelvo a casa con el último "Negrita" de la noche. Me parece que ya sospecha algo de lo que busco cada noche en su reino azul y amarillo, porque ayer me alargó la charla:
- ¿Llevás Cama adentro, Negri?
- Sí
- Es hasta el jueves
- Bueno
- Y supongo que también vas a llevar la promoción de dos Vauquitas por un peso, Negri
- Suponés mal
- Siempre me decís que no, Negri...
- ... (y yo me morí de amor por mi chico del Blockbuster)

30 octubre 2006

Sábado

Rosa llegó a las dos, como siempre, al comedor comunitario. Venía de lejos, pero su trabajo de mucama terminaba temprano los sábados, y aunque la patrona le pidiera algún mandado más fuera de su horario, siempre llegaba a tiempo a La Boca. Escuchó el final de la reunión sobre microemprendimientos, confirmó que ayudaría el martes en la cocina y se encerró con otras tres mujeres en la mínima salita descascarada que les sirve de salón de clases. Esa tarde aprendió a diferenciar números pares de impares y que la numeración de las calles va de cien en cien. Pero lo que más le sorprendió fue enterarse que en una vereda, todos los números son pares y enfrente, impares.

Lucía se despertó tarde, mucho después del mediodía. Puso en cd de Nina Simone, se preparó una taza de té de vainilla con galletitas de avena y se sentó en la computadora, junto a una ventana por la que le llegaba el rumor del trajinar de la avenida Coronel Díaz. Mientras le duraba la modorra tras una noche larga de tragos, pasó por lo de Charlotte y la atrapó un texto, en inglés, sobre Jane Birkin y la cartera de Hermés. Google completó la información; no tenía idea que ese bolso fuera tan célebre, tan difícil de conseguir y tan, pero tan, caro.

Rosa cerró su cuaderno, guardó el lápiz y la goma en una bolsa de plástico y juntó las monedas para el colectivo.
Lucía se sumergió en un baño de sales y dejó que el agua tibia con olor a jazmines le relajara el cuerpo.

“Todos los días se aprende algo nuevo”, pensaron. Casi al mismo tiempo.

25 octubre 2006

...

Empezaron a florecer los jacarandáes.
Y yo, acá...
Sin ...
Con tanta ...
Y tantas ...
Pero sobre todo, sin ...

05 octubre 2006

Hoy

Es uno de esos días en los que podría besarte y tomar vino, impunemente, toda la noche

22 septiembre 2006

Para vos, con cariño

Finalmente me animé y fui a la presentación del libro. Me senté en la última fila y traté de sentirme como la francesa de esa película, que se reencuentra en París con el chico del tren, nueve años después. No hubo caso. Yo no soy rubia, no sé la diferencia entre bonjour y bonsoir, no me interesa luchar contra el hambre y la injusticia y, sobre todo, vos no te parecés nada a Ethan Hawke. Así que me senté en el fondo y me sentí como yo misma, lo que significa que me sentí como el culo.
Escuché cada palabra, cada chiste estudiado. Y como las cartas estaban echadas y nada quedaba por perder, compré un ejemplar y lo llevé hasta tu escritorio. Sin levantar la mirada, preguntaste mi nombre y escribiste a las apuradas: Para Verónica con cariño.
No me miraste. No me hablaste. Pero escuchaste el ruido de vidrios rotos cuando revoleé el ejemplar de 486 páginas contra las copas y botellas de vino que celebraban tu éxito. En realidad creo que escuchaste. No estoy muy segura. Tuve que salir corriendo, comprenderán.

06 septiembre 2006

Cabildo

Cómo no me voy a acordar de la primera vez que vi el Cabildo. Si debe haber sido uno de los días más felices de mi vida. El Carlos me invitó como dos semanas antes. El sábado ocho de noviembre andá avisándole a tus viejos que nos vamos a pasear a la Capital, me dijo. Yo estaba chocha pero ni se me ocurrió contarle a mi mamá que me iba a ir tan lejos con el Carlos. Imagínese, yo tenía apenas dieciséis y estábamos de novios hacía cuatro meses. Le dije que me iba con mi amiga Graciela a pasear por la feria y después al cine y después no me acuerdo qué más. Yo de Padua nunca había salido. Así que estaba como loca de contenta. Me acuerdo que me puse los zapatos blancos con taco que me había regalado mi abuela Chola para los quince. Preciosos eran, tenían un moño agarrado con una hebilla dorada. La Gracielita me prestó una pollera azul con lunares blancos. Bueno, le sigo contando. La cuestión es que tomamos el tren enseguida de almorzar. Ahí el Carlos se enojó un poco porque la Graciela llegó tarde a buscarme y él tuvo que esperar como media hora parado en la esquina. Encima, hacía un calor de morirse. Como le decía, cuando llegamos a Once el Carlos me llevó a tomar el subte a Plaza de Mayo. Y vio que yo soy una arrebatada, no?, bueno encaré de lo más decidida y ahí nomás me quedé atrancada en el molinete del subte. Ni pa´tras ni pa´delante podía ir. Qué sabía yo que había que ponerle una ficha. Entonces, así como estaba con los tacos y la pollera, me agaché y pasé el molino en cuatro patas. Madre de dios, cómo me retó el Carlos. No ves que no se te puede traer a ningún lado, me decía. Qué va a decir la gente, sos bruta, eh, me machacaba. Pero bueno, ya estaba hecho, soy bestia, sí, pero nadie me vio, me parece. Al final al Carlos se le pasó porque yo lo hacía reir y siempre le terminaba ganando. No como ahora, que el pobre está siempre amargado, que las changas, que la plata, que la vieja enferma, que a la hermana dos por tres la faja el marido y la marencoche. Me fui por las ramas, pero bueno, era eso lo que le quería contar. Que me acuerdo clarito que el ocho de noviembre de 1981 conocí el Cabildo. Por dentro también, fíjese. Yo me lo hacía más grande. La verdad, la verdad, me pareció como de juguete. Lo que más me gustó fue darle de comer a las palomas. Lo peor fue cuando mi viejo se enteró porque volví con un dolor de panza tremendo, y usted vio lo maricona que soy yo para los dolores, enseguida confesé que me había comido como tres paquetes de garrapiñadas y se armó la pelotera. Igual, fue una tarde hermosa. Bueno, la dejo que ya me llegan los chicos de la escuela, salúdeme a su mamá!

30 agosto 2006

Subte A

La mirada le espantó la rutina. Irguió un poco la espalda, giró apenas para ofrecer un mejor ángulo y lo dejó hacer. Un poco en agradecimiento. Sabía en carne propia cuánta verdad se amontona en los versos de ese cantor que dice que los hombres nunca buscan en el escote de las feas. Otro poco por compasión. Le despertaba cierta ternura el traje gris, la corbata azul con discretas pintitas rojas, el maletín negro símil cuero, el anillo de oro en la mano izquierda, la bolsa de papel que descansaba a sus pies con una camisa dentro de su envoltorio de celofán. Imaginó que era el regalo de cumpleaños de su esposa que debía cambiar por un talle más durante el horario de almuerzo.
Ella le ofrendó el escote y él lo rozó con miradas fugaces.
Él bajó en la estación Piedras. Ella siguió hasta Plaza de Mayo.

22 agosto 2006

Hasta que la muerte nos separe

Antonio era mecánico. Mecánico y solterón.
Tenía una bicicleta gris, alta, pesada, antigua, con guardabarros de chapa y asiento decenas de veces remendado. A todos lados iba en ella.
Un día cualquiera se sintió demasiado cansado para montarla. Le dolía la espalda y ya era difícil revolear la pierna al otro lado del caño gris. Nunca supo bien cuándo dejó de treparse a ella. Pero lo cierto es que nunca la dejó.
Se lo veía pasar a diario por la vereda, con la bicicleta gris suavemente tomada del manubrio. Ni del asiento, ni del caño. La mano derecha agarrando el manillar zquierdo. Siempre juntos, a paso lento, a todas partes. La alianza de compromiso era, quizás, el broche que seguía llevando en la botamanga del pantalón. Tal vez Antonio creía que algún día se iba a sentir fuerte de nuevo para encaramarse a su bicicleta. O simplemente era su compañera y punto.
Cuando Antonio murió, alguien la llevó a la puerta de la sala velatoria. Y allí quedó hasta que empezó a oxidarse. Una mañana, cuando ya empezaba a formar parte del paisaje sagrado del pueblo, simplemente desapareció. Algunos dijeron que bajo las manos de los familiares de los presos de la nueva cárcel que instalaron en las afueras de la ciudad, los mismos que provocaban un exceso de cautela en los vecinos que empezaron a cerrar las puertas de sus casas con llave. Otros culparon a la barra de pibes, esos que andaban en cosas raras, medio drogadictos o por lo menos con bastante mala facha
Ya casi nos habíamos olvidado del asunto. Pero ayer, cuando le fui a llevar unas margaritas a mi pobre Pedro, que en paz descanse, me pareció verla junto a un pino en la entrada del cementerio. Para mí que era ella, pero no sé, estaba tan cambiada.

18 agosto 2006

Liquidación de invierno

- Mamá, me queda grande...
- Bueno, el año que viene te va a quedar casi bien y el invierno de 2008 va a estar perfecta

17 agosto 2006

Linda

Hoy me voy a sentir linda todo el día. No, mejor, hoy voy a ser linda todo el día.
La sentencia emergió con fuerza, vocación y convicción debajo de las sábanas tibias antes del amanecer.
Hacia las once de la noche, con las medias corridas, el rimmel chorreado, el pelo electrizado, un cierre clavado en el vientre enfundado en el jean demasiado estrecho, los juanetes ardiendo, una cuenta de luz vencida y el aliento cargado a cigarrillo, Elena enfrentó el espejo de su baño.
Hoy fui linda todo el día.
Cuestión de actitud.

11 agosto 2006

Respeto profesional

Dicho por un taxista:
- Los taxistas de Buenos Aires se dividen en tres grupos; los señores conductores de taxi, integrado por cinco personas en toda la ciudad; lo tacheros, unos pocos miles; y los tacheros de mierda, todo el resto.
- ¿Y usted a qué categoría pertenece?
- Una vez por mes, con suerte, asomo la nariz en el tercer grupo.
- Pare en la esquina, por favor, sí, antes de cruzar, bajo acá nomás, tome, quédese con el vuelto.

10 agosto 2006

Una noche

La encontré fumando frente a un vaso de whisky en una mesa cualquiera del bar de Juanito. Ni me miró. "Un gran amor puede durar cuatro días y una noche", dijo. Yo era ya un hombre viejo y ni siquiera entendí si me hablaba a mí. Así que simplemente me senté a su lado. Después de largo rato, se puso su abrigo marrón y se marchó sin saludar. Me pareció que arrastraba un pocos los pies al andar.

08 agosto 2006

Un fenómeno, dos descripciones

"Granizo: caen piedras del tamaño de pelotas de golf"
(Capital Federal, 26 de julio de 2006)

"Granizo: caen piedras del tamaño de huevos de gallina"
(La Pampa, 26 de julio de 2006)

Llave

María Luisa tiene 64 años. Todos vividos en la misma vieja casa. Todos con su vieja madre, postrada en la cama matrimonial de siempre.
María Luisa es soltera. Tiene un novio que vive en una ciudad alejada de su pueblo. Lo visita de tanto en tanto y cada vez que lo hace, miente a su madre. Inventa visitas a amigas de Buenos Aires o trámites imprescindibles que requieren su firma.
María Luisa cree que si su madre se enterase, moriría del disgusto en ese mismo instante.
Su madre sospecha –sabe- que hay un hombre en la vida de María Luisa. Lo supo esa madrugada de octubre cuando ella regresó de un viaje a la capital. Volvió como siempre, pero tan distinta.
Ninguna hablará de eso con la otra, jamás. Así la vida transcurre serena. Y cada vez que María Luisa regresa de madrugada cargando su pequeña valija de amante esporádica, su madre vuelve a preguntar, desde la cama, si echó llave a la puerta.

03 agosto 2006

¿Falta mucho para que vuelvas?

Se encontraron una mañana para despedirse. Tenían el mismo propósito pero distintos rumbos. Salieron de compras de último momento y dedicaron varias horas al último café, en una conversación interminable. Después, un beso y dos destinos. El en la comodidad de su auto, de su hotel tres estrellas, de los restaurantes con dos copas, de las excursiones programadas para que los turistas se sientan aventureros por dos minutos. Ella, sola con su mochila y un pasaje de avión, a recorrer ese Machu Pichu que dejó pendiente la adolescencia. Cada uno lo eligió, pero siempre se sospechó que el prefería la mochila y la aventura y ella la seguridad y la compañía.

23 julio 2006

¿Merecido? descanso

- Si se cae mi avión, doná mis órganos
- ¿...?
- Entonces, rezá una oración por mi alma
- Sos atea...
- Bueno, abrite un vino y listo. Pero que sea bueno, eh!

Los próximos días, este blog cierra por vacaciones, a menos que llmm acepte pasar de vez en vez a untar manteca en pan crocante recién salido del horno. Ustedes pueden agregarle una cucharadita de mermelada de frutillas, una lonja de jamón crudo o una pizca de sal.
Hasta la vuelta!

17 julio 2006

Solo

Hay un pueblo en el medio de la pampa que tiene un cementerio de un solo muerto.

Hace unos veinte años, para inaugurarlo, llevaron un vago de un pueblo vecino a quien nadie lloraba. En una ceremonia sencilla y ante un cura también visitante, clavaron una cruz blanca sobre una lápida discreta. El poblado sentía haber alcanzado otro status. Ya contaba con una escuela, un club de pista de tierra con bailes más o menos periódicos, una mercería, un almacén de ramos generales y aunque ya el tren no pasaba por su estación, ahora tenía, también, cementerio.

Pero nadie se unió al vago desconocido. Los demás muertos del pueblo van a otros camposantos más concurridos a reposar su eternidad. Será porque un cortejo de varios kilómetros por la ruta, hasta una ciudad hecha y derecha, es mejor visto. Y ni qué hablar de las ventajas de una travesía de fin de semana para llevarle flores al finado y, de paso, hacer una compra grande en el supermercado mejor provisto de la zona, confesarse y curiosear las vidrieras del centro.

El linyera, solo, sigue en aquel cementerio invadido por los yuyos.

11 julio 2006

Ella

- ¿Por qué a ella le perdonan una infidelidad y a mí no me dejan pasar un berrinche?
- Porque ella es Jennifer Aniston. Y porque el guión así lo dice. Y porque le pagaron como treinta millones de dólares mientras que por tu berrinche nadie pone un peso
-...
-...
- Bueno, pero ella también debe haber sufrido cuando la dejó Brad Pitt
- Y, se fue con Angelina Jolie...
- Y, sí

05 julio 2006

El puente

Nunca te vas a olvidar de este puente, le prometió antes de besarla.Y tenía razón. Ella se olvidó de sus ojos (eran claros, cree), del beso (se estremeció, supone), de las manos que la atrajeron (¿eran lindas manos?). Pero no del puentecito. O por lo menos, ayer supo que no lo había olvidado, mientras paseaba por ese parque semiabandonado. Y cerró los ojos, y recordó también la boca, la piel, las manos, el sabor, el olor. Cuando los abrió de nuevo, debajo del puente sólo había hojas podridas por la lluvia.

29 junio 2006

Las mujeres y el mundial V

- ¿Me pareció o estabas hablando de fútbol?
- Y sí, al final te terminás contagiando
- ¿Viste el partido?
- ¿Cuál de todos?
- El de Argentina
- Sí, porque también vi otros. Y me sorprendí a mí misma haciendo comentarios de lo más sensatos
- La verdad es que esto del fútbol no tiene nada del otro mundo, ves tres partidos y listo
- Cierto, ¿cuánto misterio puede haber en un tiro libre o una posición adelantada?

26 junio 2006

A tus pies

- Uy, tenés unos zapatos iguales a los míos
- ¿Sí?
- Son bárbaros, yo no uso de otra marca
- Nunca me fijé en la marca
- Son Silla Argentino; los mejores
- A mí me da lo mismo, la verdad
- Yo sólo uso estos, náuticos. Una vez me regalaron unos Timberland pero los cambié por un pulover.
- ¿Ninguna otra marca de zapatos usás?
- No. Y tengo como 12 pares. Peso que ahorro, me compro zapatos.
- Mirá vos. ¿Y a qué te dedicás?
- Soy maestro. Bueno chau, te felicito che, qué buenos zapatos

19 junio 2006

Efecto sábado

(Un viernes al caer la tarde, a bordo de un colectivo)
- Hoy la ciudad está más tranquila, parece un sábado
- Qué decís, si el tránsito es un despelote. ¿Cómo seguís del dolor?
- Me tuve que tomar un paracetamol y un valium
- Ah, ¡por eso te parece sábado!

15 junio 2006

El cristal con que te miro...

La vida apesta cuando:
* En pleno invierno avizorás que el próximo buen motivo para depilarte es el casamiento de tu hermano. En octubre.
* Tu ropa de dormir más presentable es una remera con el logo de Entel
* El mejor programa que podés imaginar para un sábado a la noche es medio kilo de dulce de leche granizado y una película de besos, enjogginada, en tu living
* Sólo se te puede ver bien vestida, con el pelo limpio y maquillada de lunes a viernes, en horario laboral.
* Repasás que hace tres años vacacionás en la casa de tu mamá. Quince días, quince siestas, tres libros, cuatro visitas a tus sobrinos, quince helados, ocho asados, cinco kilos más. Y pará de contar.
* La ropa interior la comprás en Once, tres tangas por diez pesos. Cada seis meses, para levantar la autoestima, tres colaless por diez pesos.
* El último hombre con el que tuviste una larga conversación, fue el portero que te quería cobrar $ 250 para arreglarte el calefón.

La vida te sonríe cuando:
* Te independizás de la cera caliente, la pinza de depilar y el cavado profundo
* Podés adueñarte de una cama king size, en calzas y medias de fútbol.
* Un sábado a la noche te regalás medio kilo de helado, envuelta en la mantita crochet que tejió tu abuela, mirando esa película inconfesable de besos
* Los fines de semana te bajás de las botas altas, te sacás la máscara de pestañas, te atás el pelo y salís a vagabundear en zapatillas
* Pasás las vacaciones en la casa de tu mamá, volvés al privilegiado rol de hija, comés las comidas más ricas de tu infancia y te dejan dormir la siesta, tooodos los días
* Elegís bombachas de tiro alto y corpiños de algodón, y mandás al fondo del cajón al encaje picoso y los soutiens con aro que no te dejan respirar
* Lográs que el portero te deje pagar el arreglo del calefón en tres cuotas de $ 85.

12 junio 2006

...y una de arena

"En el fútbol, ritual sublimación de la guerra, once hombres de pantalón corto son la espada del barrio, la ciudad o la nación. Estos guerreros sin armas ni corazas exorcizan los demonios de la multitud, y le confirman la fe: en cada enfrentamiento entre dos equipos, entran en combate viejos odios y amores heredados de padres a hijos."
Eduardo Galeano

09 junio 2006

Encendidos

Y se largó, nomás.
En las pantallas de los televisores encendidos predomina el verde. Verde campo de juego. Verde fútbol. Verde mundial.
Debajo de los televisores encendidos predominan los hombres. Hombres boquiabiertos. Hombres en éxtasis. Hombres mundial.
Las mujeres presenciaremos, este mes, el lado más sensible de varones propios y ajenos, cercanos y desconocidos. Tras cuatro años de juntar emociones –más allá de alguna liberación doméstica durante los campeonatos locales- se permitirán manisfestaciones variopintas y extremas de sentimientos, con lágrimas, abrazos, besos, gritos, gemidos. La pasión a flor de piel, durante treinta días.
Nosotras estaremos por ahí, aspirando algo de tanto amor masculino, tanta vehemencia, tanto arrebato. ¿Que hubiéramos querido ser las causantes de ese frenesí? No chicas, ni pensarlo, sólo veintidos señores con botines pueden provocar ese ardor.

Decisiones

- Desde que se puso de novia, Fulanita no se suma a ninguna salida
- En cambio, mientras estuve casada nunca dejé de salir con mis amigas
- Yo tampoco. Te diría más, nunca salí tanto como cuando estuve en pareja. Me quería rajar todo el tiempo. Ahora, por lejos, me tienta más quedarme en la cama, con medio kilo de helado y una película...

05 junio 2006

Planificación familiar

[Escena en la farmacia]

-¿Me da Femiane(*), por favor?
-¡Me hiciste acordar!
-¿Perdón?
-Me hiciste acordar que hoy no la tomé. Con la casa, los chicos, me olvidé...
-Menos mal, entonces
-Esta noche tomo dos juntas y listo
-¿No pasa nada?
-Espero que no, si viene un cuarto pibe me muero

(*)Anticonceptivo

30 mayo 2006

Las mujeres y el mundial IV

- ¡Pero, qué le pasa a Pekerman? ¿Cómo va a poner a Messi? ¡Que lo guarde para el mundial!
[Amistoso Argentina-Angola, preparación para Alemania 2006]

26 mayo 2006

Las mujeres y el mundial III

- Mamá, la camiseta de Argentina me la voy a poner cuando ganemos el mundial
- ¿Y si no ganamos?
- No importa, la uso de camisón

25 mayo 2006

Sorpresas te da la vida

(Charla de colectivo con una desconocida rubia, linda, ojos claros, de unos 65 años. Ella comienza la charla)
- Toda la ciudad es un caos
- ¿Sí?
- Salí de Palermo a las cinco y media, esperé el colectivo hasta las seis y veinte. Me tuve que tomar un taxi. Llegué apenas a tiempo para retirar el pasaporte
- ¿Tardaron mucho en entregártelo?
- Dos meses, y tuve que armar un escándalo. Hoy le dije al policía: Viajo esta noche y si me pierdo este crucero que estoy pagando hace cinco años, te traigo toda la televisión.
- ¿Un crucero? Qué lindo...
- Ay, sí, lindísimo. Encima, es medio trampa, porque me invitan...
- ¿Un admirador?
- Un amigo que conocí hace veinte años, cuando estaba casada con mi primer marido
- ¡Esos son amigos! ¿Salís de Brasil?
- No, nos encontramos en Costa Rica. Él viene de Miami. Pero no sé bien cómo sigue, es todo sorpresa. Estoy tan nerviosa...
- ¿Nunca estuvieron juntos antes?
- Noooo
- Pero, ¿él te gusta?
- Me encanta. Siempre me gustó.
- Qué bueno cuando la vida te sorprende así
- Y yo me lo merezco, porque la pasé muy mal con mi última pareja. Hasta me golpeó
- Bueno, que la pases genial. Me gustaría saber cómo sigue la historia
- Te doy mi mail.
- Esperá que anoto, …. Listo. Escribime, buen viaje! ¡Parada, chofer!
- Chau
- Chau, suerte!

24 mayo 2006

Abandonada

Me dejó.
Me dejó por teléfono.
Y no puedo dejar de llorar.
Después de siete años, marcó mi número laboral y me avisó que se va. Que no quiere que terminemos mal pero que hay un mundo que necesita explorar.
Lo nuestro fue, sí, difícil a veces. Pero siempre terminó ganando y yo dejé hacer. O no hacer, según prefiriera. Aguanté sus retos, sus desplantes, su desorden, sus dolores de cabeza, sus enojos pasajeros. Disfruté su confianza, sus disponibilidad, su verborragia, su risa fácil, su pelo rubio y su andar pesado.
Pero ahora me dejó.
Y no puedo dejar de llorar
¡Qué va a ser de mí sin ella, mi niñera, mi cocinera, mi ama de llaves, mi confidente, mi dama de compañía, mi mensajera, mi mano derecha! ¡E izquierda! No puedo dejar de llorar...

10 mayo 2006

Hombre ideal

- En este momento, ni siquiera me imagino con quién me gustaría estar
- En cambio, yo lo sé muy bien
- ¿Con quién?
- Un vecino. Alguien que me quede cómodo.
- ¿Cómodo?
- Sí. Que esté cerca, que se vuelva a dormir a su casa y que a veces me toque el portero para invitarme a tomar una copa de vino
- Suena bien
- Estuve mirando al vecino de enfrente, pero me parece que es gay
- Lástima

04 mayo 2006

A solas

- ¿Me tenés las camperas mientras voy al baño?
- Sí

- ¿Me traés un vaso de coca?
- Bueno

- Uy, no tengo cambio de $ 50...
- Dejá, yo pago

¡Qué fáciles eran las cosas fáciles cuando la vida era de a dos!

Sex Shop III (¡Entré!)

¡Oh el azar, que me acerca y me aleja de esos plásticos erectos...!
Hoy, finalmente, entré al sex shop amigo, ese que está al fondo de la galería justito enfrente de mi casa. Pero no, no fue ninguna urgencia de la carne la que me llevó hacia ese paraíso de miembros multicolores, sino un simple mandado.
Mi cuñada me pidió que le retirara un paquete de la oficina del comisionista que lleva y trae buenas y malas noticias entre un pueblo perdido de La Pampa y la Capital. Justamente ahí, en esa galería. Como no había señas claras, pregunté por el comisionista en una oscura librería lindera. "Es el local verde, pero casi nunca está. Se lo atiende el pibe del sex shop".
Y así terminé, sola y por purísimo azar, en esa madriguera de sex toys por unos segundos. Me hubiera quedado un rato más, pero enseguida apareció a rescatarme el dueño del negocio, se disculpó, me llevó raudo al cuchitril de vidriera verde, me entregó el sobre y me despachó con un "y bueno, hay que hacer un poco de todo en la vida".
Ni tiempo me dio para preguntarle el precio de esa pijita fucsia tan mona...

03 mayo 2006

Cerrado por duelo

Hay hombres que duelen.
Hombres crueles,
hombres egoístas,
hombres infieles,
hombres tiranos,
hombres posesivos,
hombres irresistibles,
hombres perversos,
hombres cobardes,
hombres deseados,
hombres inalcanzables,
hombres desesperados,
hombres tristes,
hombres incapaces,
hombres ausentes,
hombres soñados,
hombres ajenos.
Y ese, el que más duele.

27 abril 2006

Pendejas

A: - Después de los cuarenta, los hombres buscan pendejas
B: - No es cierto, ¿qué pendeja de veinte mira a un tipo de cuarenta?
C: ¿Por qué no te vas a la puta que te parió?
[C, claro, tiene cuarenta y algo. Volvió a su casa algo preocupado. Está pensando si todavía puede levantarse a una pendeja de veinte. Y se tiene fe]

25 abril 2006

Las mujeres y el mundial II

- ¿¡Marcos, vos también!?
- ¿Qué?
- Me defraudás...
- Pará che, yo también puedo mirar un partido
(Escena laboral)

Cambio de humor

Cuando salí a la mañana me sentía sexy. Vestido negro, algo escotado. Zapatos de taco alto.
Me duró tres minutos.
- Sentate...
- No, gracias
- Sí, vení, sentate
- No, gracias
- Por favor, acá tenés el asiento
- No estoy embarazada
- Perdón, yo pensé, por el vestido...
El resto del día me sentí, simplemente, gorda

24 abril 2006

Las mujeres y el mundial I

- ¿Qué pensás si tu novio o marido se pasa siete horas al día mirando fútbol?
- No tengo novio ni marido
- ¿Y si tu amante se pasa siete horas al día mirando fútbol?
- A ella tampoco le gusta el fútbol

(Visto/oído en la tele, sábado a la noche)

23 abril 2006

Razonamientos

- ¿Cómo estás?
- No muy bien
- ¿Seguís con tu mujer?
- Sí, pero no sé lo que quiero
- Pensé que querías a esa otra chica
- Sí, la quiero, pero ¿eso qué tiene que ver?
- Ah

18 abril 2006

Aguas de mujer

Se reencontraron con una excusa tonta después de varias semanas de distanciamiento voluntario. E ineficaz, como siempre. Se acostaron vestidos en la cama de un hotel y las caricias los fueron desnudando. Todo pasó lento, muy lento. Besos. Lamidas. Roces. Pellizcos. Penetraciones. Mordidas. Succiones. Palabras. Gemidos. Hasta el terremoto y los temblores y la voz quebrada y el miedo de no saber qué estaba pasando y el fuego y el agua. Derramándose sobre los cuerpos, mojando las sábanas, inundándolos.

11 abril 2006

Culpable

- ¡Cómo odio el invierno!
- Yo también. Los días se hacen cortos, toda la ropa es gris y marrón (chocolate, perdón), no dan ganas de salir a la calle y la gente parece más triste...
- No, yo lo odio por la comida
- ¿...?
- Porque a mí el invierno me da hambre. Y siempre engordo por lo menos cinco kilos en invierno. Lo odio.

05 abril 2006

Preguntas indiscretas

-Hola
-Hola
-Es bueno este tipo...
-Sí...
-A mí me gusta el jazz y le sigo la carrera
-Ah, yo no lo sigo en realidad. Pero me gusta, lo escucho a la mañana en radio Mitre
-Yo escucho Continental. También sigo a Alejandro Cánepa porque estoy vinculado a esos temas.
-¿Tenés campo?
-No
-Ah
-Estoy relacionado con los animales y me interesa saber sobre el mercado de Liniers
-¿Sos consignatario de hacienda?
-No
-Ah, ¿y qué hacés?
-Reparto carne
-Ah, ¿tenés de esos camiones frigoríficos?
-En realidad tengo una chata. Pero también tengo un peón
-Ah

(No es bueno empezar con preguntas de máxima a un desconocido. Se puede sentir mal. Y vos también)

03 abril 2006

...que la culpa es de la tierra

-¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.

Bodas de sangre, fragmento
Federico García Lorca

Porque anoche me acordé de Azucena, mi profesora de literatura y de la pasión que recorría su cuerpo de mujer madura y soltera cuando leía al poeta andaluz.
Y porque anoche celebré no tener ya diecisiete años, y me dejé penetrar por esos versos.

Años

- ¡Qué mujer! ¿Sabés que no le quiso decir la edad a la secretaria del médico?. Pero tiene dos o tres más que vos. ¿Cuántos tenés vos?
- Siete dos (refunfuñando)
- Viste, ya te lo decía. Ella tiene siete seis o siete siete. Lo que pasa es que se deforma la cara; se maquilla como un monstruo
- Desde que se levanta adopta el personaje. Y se equivoca.
- Ah, pero él es un santo. La trata como a una chica de dieciseis.
(Escuchado en el Club del Vino, domingo a la noche. Los protagonistas: una señora de unos setenta y pico y un señor de edad afín, saco blanco, camisa negra, pañuelo rojo en el bolsillo y anillo de oro en el dedo meñique)

10 marzo 2006

Charla con un ex (cada vez menos templada)

- Hola
- Hola
- Te quería avisar que si llegás a necesitar dinero o surge una emergencia durante mi viaje, mi mamá tiene una extensión de mi tarjeta de crédito y está advertida de que la podés llamar.
- Decile a esa bruja que prefiero cortarme las manos antes de pedirle nada.

(Reconforta tanto haber logrado un divorcio tan amistoso)

Charla telefónica con un ex

- Hola
- Hola
- Te recuerdo que voy a estar hasta fin de mes en España, por trabajo.
- Bueno
- Cuando llegue, te paso el teléfono del hotel por cualquier cosa
- ¿Vas a estar en Madrid todo el tiempo?
- Sí. Y tengo que dar una conferencia en Barcelona. Y otra en Londres. Y otra en Roma. Ah, y también en París.
- ...
- ...
- No es necesario que seas tan bestia para mentir. ¿Por qué no me decís que te vas de luna de miel y listo? ¿No es mucho pretender que me crea que sos una personalidad que anda dando conferencias por las capitales europeas?
- No, no. Me voy por trabajo.
- Bueno, buen viaje

08 marzo 2006

Sueño

Mi papá murió. Pero se me sigue muriendo en los sueños más tristes. Anoche se me murió otra vez y aunque hace rato desperté, todavía duele tanto que casi no puedo respirar.

22 febrero 2006

Razones

-No viniste el lunes
-No, el gato me rompió el empapelado. Llamé al empapelador, lo arregló y el gato volvió a romperlo
-¿Y qué hiciste?
-Le puse una silla adelante porque si no, mi marido rompe el gato
(Me encantan las charlas de gimnasio)

21 febrero 2006

Mesa ratona

¿Cómo que venís a reclamar aquella mesa ratona que te tocaba en la división de bienes pero que por no sé cuáles razones se quedó en mi casa?
¿Dos años después, me anunciás que la querés para ornamentar tu nuevo nido de amor?
¿El lunes la pasás a buscar?
¿Me alcanzarán cinco días para rayarla, saltarle encima, untarle mermelada de frutilla en las juntas, mancharla con tinta indeleble, volcarle un plato de fideos con tuco, tallarle con una trincheta las mordeduras de aquel conejo que cuidé durante dos semanas y que acorralé en la cocina para que no masticara tu puta mesa?
No sé, pero haré mi mejor intento. ¡Vas a ver lo linda que te va a quedar en el living!

Cabo suelto

La gorda te hizo las milanesas, te cebó mate y te aguantó las llegadas tarde mientras planeabas el atraco del siglo. Pero querías más. Y pretendiste escaparte con la pendeja, el palo verde y ocho kilos en joyas de señoras ricas de San Isidro, a tomar margaritas en el Caribe.
No. Eso no se hace. Algunos códigos hay que respetarlos. O pagar. Como un gil. Como vos.

20 febrero 2006

Verdades domésticas

"Vos no opines que siempre te mantuve. Cuando te mudaste a casa lo único que trajiste fue el cepillo de dientes. Ni sabías lo que era una tarjeta de crédito"
(Una mujer a su marido, delante de dos hijos, tres cajeros, un vendedor y yo, el domingo en Garbarino, a las tres y media de la tarde. Sin pestañear, el tipo se dio vuelta y se puso a examinar lavarropas. Y ella pagó en seis cuotas sin interés)

16 febrero 2006

Encantada de conocerte

Conocer a la actual esposa de tu ex no debería ser un trámite demasiado conflictivo, especialmente después de un divorcio relativamente amistoso (si se me permite la contradicción). En el peor de los casos, un mal trago que hay que apurar. O esta payasada. Pasen y vean.
¿Vieron la peor versión de mi persona? (Sé que no vieron nada, pero hagan un esfuerzo y asientan gentilmente, necesito que alguien me dé la razón...) Bueno, esa, pero cien veces empeorada, fue la que se presentó ante la jovencita recién casada.
Y lo que más me enoja es que yo sabía. Sabía que el encuentro iba a acontecer en cualquier momento. Mi ex había tenido la delicadeza de advertirme que quería presentármela en breve. Lo escuché, dí mi consentimiento, pensé que sería bueno estar medianamente producida en esa ocasión, lo archivé y... lo olvidé.
El sábado pasado, por primera vez en mi vida, dejé que mi hija jugara a la decoradora sobre mi persona. Flequillo pegado a la frente, pelo recogido con broches de colores, purpurina azul sobre los párpados detrás de los anteojos culo de botella, labial carmesí con gloss extra, esmalte fucia ¡en mis veinte uñas y sus alrededores!. La ropa, bueno, qué decir. Una pollera negra de dos temporadas atrás (de esos modelitos que se notan a un kilómetro que son de dos temporadas atrás), remera que alguna vez había sido negra y ojotas verdes. De goma, claro está.
Timbre. Vamos que llegó papá. Agarrá el bolso. ¿Tenés todo?. Te quiero, pasala lind... Con cada paso que me acercaba a la puerta de calle empecé a tomar conciencia de la figura femenina al lado de mi ex. Carajo, mierda, cómo puedo ser tan boluda. Intento levantar el mentón, las tetitas para arriba diría mi profesora pirucha de gimnasia. Es inútil, es tarde, me quiero morir. Sonrío, qué más puedo hacer. Una a favor, la parejita está más desconcertada que yo. Ella está espléndida, por supuesto. Los rulos en el enrulado justo, un vestidito de tarde strapless, carterita y sandalias al tono. Me queda la dignidad. Encantada de conocerte. Chuik. Chuik. Me devuelve la sonrisa. ¿Con pena? No, creo que es temor. Yo sentiría lo mismo.

10 febrero 2006

Llegar a tiempo (o al menos, no tan tarde)

Esta vez llegué a tiempo para los finger foods (esa forma paqueta de llamar a la comida diseñada en pequeños bocaditos que se pueden tomar con los dedos) y el champán. A tiempo para la torta, las velas, el cántico de rigor y hasta para sumarme a la coreografía capitaneada por una sudada pareja de bailarines de salsa.
No fue así el año pasado.
Exactamente trescientos sesenta y cuatro días atrás, regalo en mano, toqué el timbre de la casa de mi amiga y vociferé un exagerado "feliz cumpleaños!!" ante su cara de piedad. Detrás suyo, la casa arrasada. Platos con restos de canapés, copas y más copas medio vacías y desparramadas sin elegancia sobre suelo y muebles del living, migas sobre los sillones, alfombras pisoteadas, los restos tristes de una cheese cake despanzurrada...
Había llegado tarde.
Un día tarde.
Mi amiga y su marido, con buenos reflejos, me subieron al auto y me llevaron a cenar a Clo Clo. Son buenos amigos. Por un rato disiparon esa fea sensación de estar siempre llegando tarde a la fiesta.

25 enero 2006

Colchones y Negritas

Mi mamá tiene una necesidad constante e insatisfecha de generar cambios en su casa. Siempre está comprando algún mueble nuevo, tirando una pared abajo, cambiando un empapelado, reemplazando una puerta o colgando y descolgando cortinas. Acababa de rehacer el baño y de reconstruir los techos, así que se le ocurrió que era hora de cambiar los colchones de las camas que mis hermanos hace años ya no usan por la simple razón de que hace años ya no viven allí. Pues bien, allá fuimos. La elección, la espera (los colchones tardan mucho en llegar a esas pampas), los términos de la operación y finalmente la compra nos demandó cinco (¡!) visitas a uno de los negocios de electrodomésticos y artículos varios más grandes del pueblo.
En contra de todos los pronósticos, nunca me exasperó el exagerado número de viajes a ese local. ¿El secreto?. Uno de los vendedores. Se trataba de un señor todavía joven sin ninguna característica especial excepto una; para dirigirse a las clientas no utilizaba el socialmente aceptado "señora", "señorita" o "doña", sino un íntimo "Negri" o "Negrita".
Debo decir que la primera vez que me llamó así miré alrededor con cara de yo no fui, porque creí que este señor me confundía con alguna amiga cercana, algo bastante improbable por cierto. En cuanto me di cuenta que se dirigía así a todas, me relajé y empecé a disfrutarlo. Porque, y esto es lo más importante, su tono era tan suave, cariñoso, cálido, dulce, que realmente parecía que eras la "Negrita" que había estado esperando toda la tarde, entre lavarropas, licuadoras y celulares última generación.
Cuando la compra de colchones se concretó, volví un par de veces a preguntar el precio de una heladera y las medidas de un gazebo que había en vidriera. Quería traerme conmigo toda la dosis de "Negris" y "Negritas" del año, que seguro me van a hacer falta. Dicho así, como si me quisieran.

Cajones

En la casa de mi mamá hay cajones que se cerraron hace quince años y nunca más vieron la luz. Cajones que se amontonan uno sobre otro en desbordados placares, roperos, cómodas, modulares y estructuras almacenadoras de porquerías de todo tipo, calidad y color. En estos años, alguna vez alguien ha intentado abrirlos. Pero su abarrotamiento siempre pudo más que el misterio que encierran, y luego de uno o dos débiles intentos, siguieron impenetrados.
Este verano venía lluvioso, mi ánimo templado y las tardes largas aún después de extensas siestas, así que decidí acometerlos. No quedaba en ellos ningún misterio, apenas recuerdos. Las viejas castañuelas desechadas cuando mi tía me trajo unas "verdaderas" de España, una foto de papá descorchando una botella de champán, una sunga azul comprada en Brasil y que ninguno de mis hermanos se atrevió a usar, souvenirs de bautismos, casamientos y fiestas de quince fechados antes de 1985, recortes de telas, partituras, algún mapa con división política América del sur sin usar, una revista de Mafalda, la que faltaba en la colección.
Y mi gran vestido de egresada. Todo de lamé. Strapless. Divino. Con asistencia externa y una tenacidad poca veces vista en mí, logré encajar mi cuerpo en él. Me costó una contractura y creo que me quedó alguna secuela cerebral menor por haber dejado de respirar tan largo rato. Pero lo logré. Los diecisiete, de repente, quedaron tan cerca. Y tan lejos. También encontré una cajita con viejas (viejísimas) cartas de amores adolescentes. No la abrí. Para entonces ya me sentía demasiado vieja.

18 enero 2006

Ese lugar

Casi me había olvidado que hay lugares donde:
* las tormentas tienen un olor aterrador y los eucaliptus, embriagante
* se puede ver salir la luna llena desde el horizonte
* hay que esquivar los sapos, durante la noche, en el patio
* se puede ir al almacén a comprar cerveza y queso y... anotarlo
* al atardecer reina el escándalo atronador de las chicharras
* las familias comparten su intimidad y cenan con las puertas abiertas
* los perros duermen la siesta, a la sombra, en el medio de la calle
* al mediodía, tras la sirena de los bomberos, se termina el mundo y no hay dios que encuentre un negocio abierto
* hasta las cuatro de la tarde es de muy mala educación tocar el timbre de una casa
* los Reyes Magos pasan por la plaza y besan a todos (todos!) los chicos
* no hace falta anunciarse antes de visitar a un amigo
* si te parás descalzo en el pasto, seguro seguro, te agarran las hormigas. Y pican, ay.
Por suerte no me olvidé. O mejor, por suerte volví para no olvidarlo.

04 enero 2006

Mi pueblo, un año después

Exactamente un año después, llego a la cena de fin de año y encuentro todo igual. No, igual no. La muerte cavó agujeros negros en la mesa y la vida puso críos que no puedo identificar ni asociar correctamente a sus padres, mis primos. Prefiero refugiar mi mente en el pasado, en los recuerdos, en los fantasmas, a intentar en vano recordar el nombre de esos niños ruidosos que no volveré a ver hasta dentro de otro año. Envejezco, creo.