¡Oh el azar, que me acerca y me aleja de esos plásticos erectos...!
Hoy, finalmente, entré al sex shop amigo, ese que está al fondo de la galería justito enfrente de mi casa. Pero no, no fue ninguna urgencia de la carne la que me llevó hacia ese paraíso de miembros multicolores, sino un simple mandado.
Mi cuñada me pidió que le retirara un paquete de la oficina del comisionista que lleva y trae buenas y malas noticias entre un pueblo perdido de La Pampa y la Capital. Justamente ahí, en esa galería. Como no había señas claras, pregunté por el comisionista en una oscura librería lindera. "Es el local verde, pero casi nunca está. Se lo atiende el pibe del sex shop".
Y así terminé, sola y por purísimo azar, en esa madriguera de sex toys por unos segundos. Me hubiera quedado un rato más, pero enseguida apareció a rescatarme el dueño del negocio, se disculpó, me llevó raudo al cuchitril de vidriera verde, me entregó el sobre y me despachó con un "y bueno, hay que hacer un poco de todo en la vida".
Ni tiempo me dio para preguntarle el precio de esa pijita fucsia tan mona...
04 mayo 2006
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3 comentarios:
Sublime la saga del sex shop, Juana!
Avanti, que se viene el capítulo "Fui, entré, miré y lo compré nomás"
Jajajaja. ¿Solo había pijitas? ¿No había pijotas? Mirá los pedazos de pijas que hay en este sex shop www.discret-sexshop.com fucsia y de todos los colores, pero seguro yo me quedaría con una buena pijota no pijita...
Visita los juguetes por internet!!!!
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Saludos!
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