18 julio 2011

Ravioles

Tiene unos ocho años, la piel oscura y los ojos negros como pozos. Usa una boina de colores, un pullover encima de otro para espantar el frío y en las manos lleva una bandeja muy pequeña con unos pocos ravioles que nadan en una salsa descolorida. Se arrima a una y otra persona que apuran las compras en el supermercado. Una moneda, es lo que pide, para pagar la comida. No la ven. No la escuchan. Se llama Luz Esperanza.