24 noviembre 2005

Sex Shop I

Admitámoslo. La tinta de mi firma en el acta de divorcio ya se debe estar borroneando.
Admitámoslo. Soy una mujer sola.
Admitámoslo. Necesito sexo.
Admitámoslo. Pronto voy a parecer una vieja patética perdida por error en un sex shop.
Mejor apuro el trámite y compro ya al compañero del resto de mi vida.
Mañana voy. Sin falta.

¿Ensalada? De ninguna manera

Planeamos una cena de reencuentro, contención y apoyo moral. V. había roto con su novio y la ocasión merecía comida y vino, de los buenos. Pero G. se plantó con aquello del calor, de la bikini y de las grasas adosadas a las partes, y propuso el menú: ensaladas. Aceptamos sin mayores cuestionamientos, hasta que la agasajada levantó el teléfono:
- ¿Ensalada? De ninguna manera. Para martirios, está la vida. Me das pizza, comida china, empanadas o fideos. Si no, no voy.
Argumentación impecable.
Comimos capelettis con bolognesa y mucho queso. Y vino. Y helado de chocolate. Vamos, como si a esta altura de la contienda no supiéramos cómo se curan las penas de amor...!

23 noviembre 2005

¿Y si era él?

-Hola
-Hola... creo que me equivoqué
-¿A ver?
-Busco a Joaquín
-Efectivamente, te equivocaste
-Disculpas
-No hay problema, chau
-Chau
A los dos minutos, el teléfono volvió a sonar y no hubo respuesta del otro lado. Ensayé mi "hola" más grave, seductor y profundo. Una, dos veces. Sabía que era él de nuevo. Se lo quise decir, lo quise retener, tentar, alentar... Cortó. Y yo corrí a sacar los fideos del fuego. Me gustan bien al dente. Con pesto y mucho queso.