25 abril 2007

Altura

Algunos días me siento invisible. Son jornadas bastante sencillas de sobrellevar porque nadie me ve. Pero otros días me siento minúscula. En esas ocasiones trepo a mis botas o zapatos más altos porque sólo puedo transitar la vida con 10 centímetros más de altura.
Hoy necesito zancos.

10 abril 2007

Post N° 99

Sacó la manteca de la heladera y esperó un rato. No lo suficiente, apenas lo que su paciencia soportó. Rasgó un trozo de pan y lo abrió. La miga perfumada se desperezó entre sus dedos. Con un cuchillo empezó a untar despacio, estirando la manteca todavía demasiado fría. Un pedazo pequeño saltó hasta su pezón. Ella sólo se quedó mirando cómo el calor del cuerpo lo derretía, lo empujaba hacia abajo y formaba un leve surco ámbar a través de esas tres pecas amontonadas justo en el centro de sus tetas, mientras mordisqueaba el pan.
Al rato, recogió la gota con la punta del dedo. Se sentía suave, resbalosa, cálida. A su lado, el pan de manteca estaba casi derretido, hacía demasiado calor esa tarde. Hundió el dedo en el montón blanquecino y ungió su abdomen, en camino recto hasta el ombligo, hasta el infinito.

03 abril 2007

Revelación

¿Podés creer que yo venga a descubrir esto a semejante edad? Cincuenta y siete años tengo, cincuenta y siete. Y yo que le dí todo, todo. Una vida entera. Vos decís que me tendría que sentir contenta, que más vale descubrirlo tarde que nunca. Pero no. Estafada, me siento. Si no hubiera sido por esa espuma de baño que me regaló Nancy para el cumpleaños, a mí jamás se me hubiera ocurrido meterme en la bañadera con burbujas. Pero como ahora ando con tanto tiempo libre, no tengo que cocinar, ni planchar camisas y ni lavarle la mugre dije, má sí, me hago la Susana Giménez por un rato. Y a sí fue, que esponja va, espuma viene, total no me veía nadie, me empecé a relajar y pasó lo que tendría que haber pasado hace cuarenta años. Y el muy desgraciado me había hecho creer que era Valentino y que ‘eso’ que él me hacía era el mejor sexo del mundo. Mirá, no sé si llorar, reirme o quedarme a vivir en la bañadera. Lo que sí te digo es que me espere nomás este fin de semana, porque no pienso llevarle ni un clavel a la Chacarita.