-¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.
Bodas de sangre, fragmento
Federico García Lorca
Porque anoche me acordé de Azucena, mi profesora de literatura y de la pasión que recorría su cuerpo de mujer madura y soltera cuando leía al poeta andaluz.
Y porque anoche celebré no tener ya diecisiete años, y me dejé penetrar por esos versos.
03 abril 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario