16 febrero 2006

Encantada de conocerte

Conocer a la actual esposa de tu ex no debería ser un trámite demasiado conflictivo, especialmente después de un divorcio relativamente amistoso (si se me permite la contradicción). En el peor de los casos, un mal trago que hay que apurar. O esta payasada. Pasen y vean.
¿Vieron la peor versión de mi persona? (Sé que no vieron nada, pero hagan un esfuerzo y asientan gentilmente, necesito que alguien me dé la razón...) Bueno, esa, pero cien veces empeorada, fue la que se presentó ante la jovencita recién casada.
Y lo que más me enoja es que yo sabía. Sabía que el encuentro iba a acontecer en cualquier momento. Mi ex había tenido la delicadeza de advertirme que quería presentármela en breve. Lo escuché, dí mi consentimiento, pensé que sería bueno estar medianamente producida en esa ocasión, lo archivé y... lo olvidé.
El sábado pasado, por primera vez en mi vida, dejé que mi hija jugara a la decoradora sobre mi persona. Flequillo pegado a la frente, pelo recogido con broches de colores, purpurina azul sobre los párpados detrás de los anteojos culo de botella, labial carmesí con gloss extra, esmalte fucia ¡en mis veinte uñas y sus alrededores!. La ropa, bueno, qué decir. Una pollera negra de dos temporadas atrás (de esos modelitos que se notan a un kilómetro que son de dos temporadas atrás), remera que alguna vez había sido negra y ojotas verdes. De goma, claro está.
Timbre. Vamos que llegó papá. Agarrá el bolso. ¿Tenés todo?. Te quiero, pasala lind... Con cada paso que me acercaba a la puerta de calle empecé a tomar conciencia de la figura femenina al lado de mi ex. Carajo, mierda, cómo puedo ser tan boluda. Intento levantar el mentón, las tetitas para arriba diría mi profesora pirucha de gimnasia. Es inútil, es tarde, me quiero morir. Sonrío, qué más puedo hacer. Una a favor, la parejita está más desconcertada que yo. Ella está espléndida, por supuesto. Los rulos en el enrulado justo, un vestidito de tarde strapless, carterita y sandalias al tono. Me queda la dignidad. Encantada de conocerte. Chuik. Chuik. Me devuelve la sonrisa. ¿Con pena? No, creo que es temor. Yo sentiría lo mismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vos sos muy fina y recatada. Yo, cuando conocí a la actual de mi ex, si no la mordí fue por que estaba mi hija presente. La podría haber agarrado de los pelos también. Escupirle.

Daniela dijo...

Es verdad, en cualquier momento mando los buenos modales a la mierda y la agarro de los pelos. Como se merece

Ana C. dijo...

Para mí estuviste perfecta. Ninguna mujer está más divina que cuando sus hijos la disfrazan. Perfecta.