¿Cómo que venís a reclamar aquella mesa ratona que te tocaba en la división de bienes pero que por no sé cuáles razones se quedó en mi casa?
¿Dos años después, me anunciás que la querés para ornamentar tu nuevo nido de amor?
¿El lunes la pasás a buscar?
¿Me alcanzarán cinco días para rayarla, saltarle encima, untarle mermelada de frutilla en las juntas, mancharla con tinta indeleble, volcarle un plato de fideos con tuco, tallarle con una trincheta las mordeduras de aquel conejo que cuidé durante dos semanas y que acorralé en la cocina para que no masticara tu puta mesa?
No sé, pero haré mi mejor intento. ¡Vas a ver lo linda que te va a quedar en el living!
21 febrero 2006
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3 comentarios:
En cambio mi ex ni se acordó de la mesa ratona.
Es más, me devolvió con suma generosidad el lavarropas que no andaba y dijo no tener problemas con que me quedara con el televisor que tiene 10 años de antiguedad.
La heladera que compramos en largas cuotas indexadas tampoco pareció importarle demasiado y cuando le pedí el sillón que conseguimos comprar con mucho ahorro y sudor, puso cara de dolor y después, en un acto de arrojo, dijo: Está bien, quedátelo vos.
A mi hasta me dio pena y pensé que, después de todo, era una buena persona.
Lo que entonces yo no sabía, y él sí, es que su nuevo nidito de amor al que estaba a punto de mudarse queda en Barrio Parque, en un piso con pileta incluida, que tiene muebles de marca, televisor con pantalla plana, heladera supersónica y lavarropas de última generación.
tranquila, a mí también me tocó el tv sony que estaba cumpliendo 12 añitos ese verano, un sommier destartalado, la procesadora con la cuchilla rota, las toallas desteñidas y tres cds truchos de cacho castaña. pero, ¡qué paquetes nos sacamos de encima, eh!
Ay, destrozala y compra un moño rosa para ponerle.
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