27 abril 2006

Pendejas

A: - Después de los cuarenta, los hombres buscan pendejas
B: - No es cierto, ¿qué pendeja de veinte mira a un tipo de cuarenta?
C: ¿Por qué no te vas a la puta que te parió?
[C, claro, tiene cuarenta y algo. Volvió a su casa algo preocupado. Está pensando si todavía puede levantarse a una pendeja de veinte. Y se tiene fe]

25 abril 2006

Las mujeres y el mundial II

- ¿¡Marcos, vos también!?
- ¿Qué?
- Me defraudás...
- Pará che, yo también puedo mirar un partido
(Escena laboral)

Cambio de humor

Cuando salí a la mañana me sentía sexy. Vestido negro, algo escotado. Zapatos de taco alto.
Me duró tres minutos.
- Sentate...
- No, gracias
- Sí, vení, sentate
- No, gracias
- Por favor, acá tenés el asiento
- No estoy embarazada
- Perdón, yo pensé, por el vestido...
El resto del día me sentí, simplemente, gorda

24 abril 2006

Las mujeres y el mundial I

- ¿Qué pensás si tu novio o marido se pasa siete horas al día mirando fútbol?
- No tengo novio ni marido
- ¿Y si tu amante se pasa siete horas al día mirando fútbol?
- A ella tampoco le gusta el fútbol

(Visto/oído en la tele, sábado a la noche)

23 abril 2006

Razonamientos

- ¿Cómo estás?
- No muy bien
- ¿Seguís con tu mujer?
- Sí, pero no sé lo que quiero
- Pensé que querías a esa otra chica
- Sí, la quiero, pero ¿eso qué tiene que ver?
- Ah

18 abril 2006

Aguas de mujer

Se reencontraron con una excusa tonta después de varias semanas de distanciamiento voluntario. E ineficaz, como siempre. Se acostaron vestidos en la cama de un hotel y las caricias los fueron desnudando. Todo pasó lento, muy lento. Besos. Lamidas. Roces. Pellizcos. Penetraciones. Mordidas. Succiones. Palabras. Gemidos. Hasta el terremoto y los temblores y la voz quebrada y el miedo de no saber qué estaba pasando y el fuego y el agua. Derramándose sobre los cuerpos, mojando las sábanas, inundándolos.

11 abril 2006

Culpable

- ¡Cómo odio el invierno!
- Yo también. Los días se hacen cortos, toda la ropa es gris y marrón (chocolate, perdón), no dan ganas de salir a la calle y la gente parece más triste...
- No, yo lo odio por la comida
- ¿...?
- Porque a mí el invierno me da hambre. Y siempre engordo por lo menos cinco kilos en invierno. Lo odio.

05 abril 2006

Preguntas indiscretas

-Hola
-Hola
-Es bueno este tipo...
-Sí...
-A mí me gusta el jazz y le sigo la carrera
-Ah, yo no lo sigo en realidad. Pero me gusta, lo escucho a la mañana en radio Mitre
-Yo escucho Continental. También sigo a Alejandro Cánepa porque estoy vinculado a esos temas.
-¿Tenés campo?
-No
-Ah
-Estoy relacionado con los animales y me interesa saber sobre el mercado de Liniers
-¿Sos consignatario de hacienda?
-No
-Ah, ¿y qué hacés?
-Reparto carne
-Ah, ¿tenés de esos camiones frigoríficos?
-En realidad tengo una chata. Pero también tengo un peón
-Ah

(No es bueno empezar con preguntas de máxima a un desconocido. Se puede sentir mal. Y vos también)

03 abril 2006

...que la culpa es de la tierra

-¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.

Bodas de sangre, fragmento
Federico García Lorca

Porque anoche me acordé de Azucena, mi profesora de literatura y de la pasión que recorría su cuerpo de mujer madura y soltera cuando leía al poeta andaluz.
Y porque anoche celebré no tener ya diecisiete años, y me dejé penetrar por esos versos.

Años

- ¡Qué mujer! ¿Sabés que no le quiso decir la edad a la secretaria del médico?. Pero tiene dos o tres más que vos. ¿Cuántos tenés vos?
- Siete dos (refunfuñando)
- Viste, ya te lo decía. Ella tiene siete seis o siete siete. Lo que pasa es que se deforma la cara; se maquilla como un monstruo
- Desde que se levanta adopta el personaje. Y se equivoca.
- Ah, pero él es un santo. La trata como a una chica de dieciseis.
(Escuchado en el Club del Vino, domingo a la noche. Los protagonistas: una señora de unos setenta y pico y un señor de edad afín, saco blanco, camisa negra, pañuelo rojo en el bolsillo y anillo de oro en el dedo meñique)