21 julio 2009

Intemperie

Despertó mucho antes de abrir los ojos. Cada vez le tomaba más tiempo comprender si estaba despierto o seguía dormido. La realidad se había vuelto una pesadilla y el sueño, un refugio incierto.
Estaba todavía oscuro. Sintió el frío clavándosele en el los pies. Era más que eso; una humedad espesa le trepaba por los dedos, los tobillos…
Murmuró una puteada antes de doblar el colchón mojado. Maldita helada lluviosa Buenos Aires.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dice un dicho que canta Serrat: Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Voy a disentir: La verdad a veces es muy triste y si tiene remedio, muchas veces.